Estamos en los albores de un nuevo modelo tecnológico-económico: “el capitalismo distributivo”, distributivo en el sentido de colaborativo-empresarial, y no en el sentido marxista de distribución igualitaria de la renta. Leyendo “La Civilización Empática”, del brillante cientista social Jeremy Rifkin, me doy cuenta que allí se plantea la misma visión que desde la Neuroeconomía y la Economía del Comportamiento venimos insistiendo desde hace rato: el “homo economicus” como piedra basal de la Economía como ciencia “hace agua por todos lados” . Resulta que aquella comodidad científica clásica-neoclásica, que viene de un contexto distinto al actual (primera revolución industrial), y creada por los "padres fundadores" de nuestra ciencia (Smith, Ricardo, Mill, Jevons, Marshall, Pareto y demás), plantea la racionalidad económica humana como maximizando placer (beneficio) y minimizando dolor (costo) en cada decisión, instrumentado a través del análisis matemático de las derivadas