No es ninguna novedad que cada vez son menos los niños y adolescentes que se interesan por los libros debido a internet. La proliferación de redes sociales, contenidos audiovisuales y juegos vía la web provocan que la lectura de libros de texto ocupe un lugar cada vez más ínfimo. Desde hace décadas se conocen los problemas que acarrean aquellos adultos que en su infancia no acostumbraron a leer lo mínimo indispensable, entre ellos falencias en la gramática y también en la lectura, pero principalmente un pensamiento pobre, y con ello una capacidad de resolución de problemas (de la vida, no solo teóricos) también pobre. Recordemos que la lectura, además de ser un placer (para varios), es un acto sumamente beneficioso para nuestro cerebro, ya que aumenta la capacidad de concentración, promueve la empatía y representa un ejercicio útil para evitar la pérdida a futuro de las funciones cognitivas. Leer produce modificaciones en la anatomía cerebral, favoreciendo las cone