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Neuroeducación y el Desastre de las Redes Sociales

No es ninguna novedad que cada vez son menos los niños y adolescentes que se interesan por los libros debido a internet. La proliferación de redes sociales, contenidos audiovisuales y juegos vía la web provocan que la lectura de libros de texto ocupe un lugar cada vez más ínfimo.

Desde hace décadas se conocen los problemas que acarrean aquellos adultos que en su infancia no acostumbraron a leer lo mínimo indispensable, entre ellos falencias en la gramática y también en la lectura, pero principalmente un pensamiento pobre, y con ello una capacidad de resolución de problemas (de la vida, no solo teóricos) también pobre.

Recordemos que la lectura, además de ser un placer (para varios), es un acto sumamente beneficioso para nuestro cerebro, ya que aumenta la capacidad de concentración, promueve la empatía y representa un ejercicio útil para evitar la pérdida a futuro de las funciones cognitivas.
Leer produce modificaciones en la anatomía cerebral, favoreciendo las conexiones nerviosas, ya que aumenta notablemente la actividad neuronal, especialmente en el hemisferio izquierdo. Cuando leemos una palabra aislada, se estimulan numerosas zonas del cerebro y cuando tratamos de comprender un texto, nuestro cerebro completa los datos del mismo con la propia experiencia e imaginación. Al leer, somos capaces de recrear situaciones, escenas, rostros o estados emocionales con toda fidelidad, y al hacerlo se estimulan zonas del cerebro similares a las que se activarían si realizáramos ésas mismas acciones en nuestra vida real.
En las redes sociales los chicos también leen, por supuesto, pero la complejidad de los mensajes es mucho menor al de un libro de texto, lo que de alguna manera determina conexiones neuronales más simples, pobres y básicas.
Las Neurociencias Cognitivas nos enseñan que la lectura es una capacidad humana aprendida, que requiere de un trabajo conjunto de sentido de la vista y cerebro para la captación de las imágenes de las letras, su agrupación en sílabas y su posterior procesamiento del significado de las palabras. Desde la aparición relativamente reciente de la escritura, hace 5.400 años, nuestro cerebro y nuestro sistema visual han requerido de una adaptación para el reconocimiento de los caracteres que la componen. Gracias a este trabajo conjunto entre vista y cerebro somos capaces de descifrar la escritura y entender su significado.
En el aprendizaje de la lectura juega un papel fundamental la región del lóbulo occípito-temporal izquierdo, situado en la parte trasera de la cabeza, detrás de la oreja izquierda. Hasta hace unos años, se sabía que esta región tenía implicaciones durante la lectura, ya que se activaba al realizar esta actividad, pero ahora sabemos que no sólo está implicada, sino que es indispensable para ella, ya que su extirpación provoca fallos tanto en la lectura como en su comprensión. Los estudios realizados al respecto muestran que todas las personas, independientemente del idioma o del grado de aprendizaje lector, muestran activación en esta zona durante la lectura, incluso en el caso de los textos en árabe o en hebreo, que se leen de derecha a izquierda.
De esta forma, lo que sorprende a los neurocientistas, es cómo un elemento cultural como la lectura, muy reciente en términos de evolución e innecesario para la supervivencia de la especie, ha acabado teniendo un espacio propio en el cerebro.
El problema es que la capacidad de leer no es innata, sino aprendida, y a esta habilidad hay que mejorarla con entrenamiento, y las redes sociales no ayudan para nada. De hecho los investigadores temen que los hábitos creados por las nuevas formas de comunicación produzcan una alteración de la capacidad de concentración  en la lectura, debido al poco vocabulario que se maneja y las abreviaturas utilizadas, y que esto desemboque en que involucione de manera negativa nuestra capacidad lectora y con ello mermen los beneficios que provoca en nosotros la lectura, tales como el incremento del vocabulario, la mejora en la ortografía, el perfeccionamiento en la manera de hablar, las habilidades sociales, la capacidad de síntesis o la empatía.
De la misma forma, el aumento de las horas que la media de la población dedica a ver la televisión, va en detrimento del proceso mental más complejo que requiere la lectura, ya que en la mayoría de programas prima más la espectacularidad que el contenido, y el espectador es un mero elemento pasivo en contra de lo que ocurre con la lectura, donde participa activamente.
En síntesis, todos los efectos negativos que ya se conocían con la televisión, ahora se potencian con las redes sociales, y los resultados ya se están empezando a ver en los actuales egresados del secundario (sigan estudios universitarios o no), primeras generaciones atravesadas completamente por las redes sociales y televisión a la vez, con niveles de ortografía, vocabulario, expresión oral, comprensión de textos y resolución de problemas cada vez peores (en países desarrollados y también en emergentes –como es Argentina-). 

Quienes somos docentes de varios años de experiencia (primaria, media o superior) podemos atestiguar sobradamente del problema. Indudablemente las políticas públicas deberán ponerse a tono pronto, sino la cuestión se va a seguir agravando. De cualquier modo, el cambio en los medios de comunicación es estructural e irreversible, con una cada vez mayor proporción de uso de medios digitales por parte de la gente para informarse y estudiar, lo que no está mal (el problema no son los diarios o libros digitales, sino la cantidad de horas destinadas a las redes sociales). Quizás el contrabalanceo debería provenir de la escuela, pero me parece todavía los planificadores públicos no le han encontrado mucho la vuelta al problema, más allá de la famosa “hora de lectura diaria en la escuela”, que mucho no ha cambiado la situación.

Autor: Sebastián Laza (economista, MBA, docente y consultor, con posgrado en Neurociencias Cognitivas Aplicadas)

Bibliografía:

http://www.asociacioneducar.com/notas/como-lee-nuestro-cerebro.pdf

http://www.lecturayvida.fahce.unlp.edu.ar/numeros/a2n3/02_03_Fox.pdf

http://www.suagm.edu/umet/biblioteca/Reserva_Profesores/janet_ruiz-educ_360/cerebro_%20y_%20lectura.pdf

http://mejorconsalud.com/5-grandes-beneficios-de-leer-libros-para-tu-cerebro/

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