Un clic para elegir pareja. Otro clic para invertir tus ahorros. Uno más para que el GPS te diga por dónde ir. Parece que todavía decidimos, pero en realidad, en la mayoría de los casos, ya no lo hacemos nosotros: delegamos. Y lo hacemos con una naturalidad tal que apenas lo notamos. Vivimos la transición silenciosa del Homo Sapiens al Homo Algorithmicus : una criatura que no solo usa algoritmos, sino que piensa, actúa y hasta siente según las lógicas que estos le imponen. No es ciencia ficción; es la vida diaria de millones de personas que confían más en la pantalla que en su propia intuición. Delegar no es nuevo. Siempre lo hicimos: en un médico, en un asesor financiero, en un maestro. La diferencia es que antes había un rostro, una voz, una historia detrás de esa delegación. Ahora, la mayoría de las veces, la decisión viene de un código opaco, una caja negra cuya lógica apenas entendemos, pero a la que otorgamos una confianza casi ciega. La economía conductual nos...