En 1972, el nobel Robert Lucas le da un impulso interesante al tema de las expectativas en macroeconomía, al elaborar un modelo donde, si bien de información imperfecta, las expectativas se consideraban racionales . Este modelo supera al de las expectativas adaptativas, donde las previsiones sobre el futuro se basaban demasiado en el pasado, con sujetos demasiado poco ágiles para adaptarse a cambios estructurales. Y si bien el supuesto de expectativas racionales no es original de Lucas, pues había sido ya elaborado por Muth (1961) , la contribución de Lucas lo populariza y difunde entre los economistas. En realidad, el supuesto de expectativas racionales es la continuación natural del supuesto microeconómico de racionalidad neoclásico en los agentes, pero con una vuelta de tuerca, que implica no la decisión perfecta del homo economicus tradicional, sino la decisión que surge de tener en cuenta toda la información disponible (que no necesariamente es abundante), pero bien anali