En Economía Psicológica, por heurística se entiende al conjunto de reglas simples y eficientes, resultado de procesos evolutivos o del aprendizaje, que se han propuesto para explicar cómo las personas toman decisiones y resuelven problemas, por lo general cuando se enfrentan a problemas complejos o información incompleta. Estas reglas funcionan óptimamente en algunas ocasiones, pero en otras dan lugar a sesgos cognitivos. Son útiles para disminuir la sobrecarga cognitiva, al permitir invertir menos recursos mentales en los problemas.
En palabras más simples, los heurísticos son “atajos” mentales para resolver problemas que paso a paso serían en extremo complejos, o sea, herramientas de gran utilidad para tomadores intensivos de decisiones. Y si bien gran parte de los trabajos sobre las heurísticas en la toma de decisiones están hechos por Amos Tversky y Daniel Kahneman, el concepto fue introducido por el Premio Nobel Herbert A. Simon al menos una década antes.
Simon modelizó la llamada "racionalidad limitada" en los años '70, como reacción a las teorías de la racionalidad "homo economicus", que proponen que los humanos somos seres racionales que decidimos cuál es la solución óptima para cada problema utilizando toda la información disponible. Sin embargo, según Simon, es muy difícil tomar decisiones totalmente racionales porque nuestros recursos para procesar la información son limitados, en especial cuando los problemas son complejos, como suele ocurrir en la vida cotidiana y/o organizacional.
De esta forma, el modelo de racionalidad limitada afirma que las personas usamos los heurísticos a la hora de encontrar soluciones, siendo tres las reglas heurísticas básicas: de representatividad, de disponibilidad y de anclaje y ajuste.
Heurístico de la representatividad
Este procedimiento consiste en realizar juicios en la medida en que algunas situaciones se parecen a otras situaciones o categorías. Es decir, se trata de juzgar la probabilidad de que una persona, acción o sujeto pertenezca a un conjunto o categoría fijándose en la semejanza entre el mismo y los miembros del grupo.
Un ejemplo clásico del procedimiento heurístico de representatividad es pensar que los productos de gran calidad son caros, y por lo tanto, si algo es caro tiene que ser de gran calidad, aunque la mayoría sabemos que no siempre es así, de ahí que puedan surgir sesgos en algunas situaciones; sin embargo, permite dar respuestas rápidas a las situaciones habituales, logrando un importante ahorro cognitivo.
Heurístico de disponibilidad
Este procedimiento consiste en basar las decisiones en la información que primero está disponible en nuestra mente, partiendo del supuesto que lo más disponible es lo más frecuente o probable, si bien no siempre se cumple, lo que puede llevar a otro sesgo.
Por ejemplo, juzgamos como más peligroso viajar en avión que en automóvil porque los accidentes aéreos tienen más cobertura mediática y, por tanto, son más disponibles para nuestra memoria; sin embargo, la frecuencia de accidentes automovilísticos es mucho mayor. De todas formas, al igual que el heurístico de representatividad, este atajo permite importantes ahorros de energía mental para resolver problemas del día a día.
Heurístico de Anclaje
Estrategia que consiste en emitir juicios basados en algún valor inicial que posteriormente se va ajustando hasta producir la respuesta final. De esta forma, la respuesta final tiene cierto sesgo hacia el valor inicial ya que se asume que dicho valor inicial siempre es relevante para el problema.
Por ejemplo, el precio inicial ofrecido por un coche usado establece el estándar para el resto de las negociaciones, por lo que los precios más bajos que el precio inicial parecen más razonables aunque sigan siendo superiores a lo que el coche realmente vale. Es decir, se parte del "valor de anclaje" y se hace un ajuste, que normalmente suele ser en la dirección correcta, pero a veces de magnitud insuficiente.
Sintetizando
Nuestro cerebro busca siempre maximizar el recurso energético (su principal recurso escaso), lo que implica generar mecanismos (los heurísticos) para analizar información del entorno de manera rápida para la toma de decisiones. Sin embargo, siempre hay que tener cuidado con los sesgos que estos heurísticos pueden generar (racionalidad limitada), lo que implica que debemos aprender a usar el cerebro de manera más eficiente y menos sesgada, en especial hoy en día donde las Neurociencias Aplicadas brindan herramientas para ello.
Autor: Sebastián Laza (economista, posgrado en Neuroeconomía National Research University, Higher School of Economics, Rusia)
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