La
confianza (trust) entre las personas es indispensable para afianzar las
sociedades humanas. La confianza es necesaria para hacer amistades,
formar parejas, familias y organizaciones y por supuesto juega un rol
esencial en los intercambios económicos. En ausencia de confianza entre
personas y empresas, las transacciones de mercado se cortan, y en
ausencia de confianza en las instituciones y líderes de un país, la
legitimidad de la política económica se pierde.
Adicionalmente,
los vínculos interpersonales basados en la confianza son vitales para
la salud y el bienestar humanos. La evidencia empírica reciente en
humanos ha identificado el rol de las hormonas neuroactivas,
especialmente la oxitocina, como facilitador de conductas pro-sociales
basadas en la confianza.
La
mayor parte de la evidencia reciente indica que la confianza entre
conciudadanos contribuye al éxito económico, político y social de los
países. Sin embargo, las bases neurobiológicas de la confianza entre
seres humanos recién se están empezando a conocer a fondo. En mamíferos
no humanos, por ejemplo, la oxitocina juega un rol muy importante en lo
que respecta a fomentar interacciones sociales positivas. Los receptores
de oxitocina están distribuidos en varias regiones cerebrales asociadas
con la conducta, incluyendo el apareamiento, cuidado materno, conducta
sexual, etc. De esta forma, la oxitocina parece permitir a ciertos
animales superar su natural tendencia a evitar los lazos de proximidad,
facilitando de esta forma conductas animales pro-sociales.
Recientes
experimentos neuroeconómicos con humanos han demostrado que la
recepción de una señal de confianza desde un extraño está asociada con
una liberación endógena de oxitocina por parte del cerebro y también que
niveles elevados de oxitocina han sido fuertemente asociados con
conductas de reciprocidad de dichas señales de confianza.
Un poco más sobre oxitocina
Existe una hormona, esencial para nuestra supervivencia, cuyas funciones
se manifiestan temprano en la vida, tan temprano, como lo es el mismo
instante del nacimiento de todo vertebrado mamífero. Esa hormona se
conoce como la oxitocina. La oxitocina fue descubierta en el año 1909,
cuando el científico inglés,
Sir Henry H. Dale encontró que extractos de la porción posterior de la
glándula pituitaria hacían que el útero de una gata preñada se
contrajera. La hormona en cuestión, existe de idéntica forma en todas
las especies mamíferas. Dale la llamó “oxitocina”, usando las palabras
griegas por “rápido” y “nacimiento.”
Para
el año 1911 los médicos empezaron a utilizar este extracto hipofisario
para estimular las contracciones del parto en madres durante el proceso
de alumbramiento. Más adelante, el mismo investigador, determinó que
extractos glandulares idénticos a la hormona que él descubriera,
participan en facilitar la descarga de la leche materna estimulando la
contracción de los músculos lisos que rodean las glándulas mamarias para
transportar la leche dentro del pezón.
La
oxitocina es sintetizada en el hipotálamo (sistema límbico) y luego es
liberada hacia el sistema circulatorio. En humanos, tanto determinadas
áreas del cerebro asociadas con la memoria (la banda diagonal de Broca y
el núcleo basal de Meynert) como áreas asociadas con las emociones
(hipotálamo y amígdala) presentan una importante acumulación de
receptores de oxitocina, si bien hay receptores de oxitocina
distribuidos en todo el cerebro. Y dicha distribución de receptores de
oxitocina en áreas límbicas sugiere que la decisión de confiar en otros
tiene un importante componente emocional, y por lo tanto un alto
componente de rapidez y de baja introspección al momento de decidir.
En
el cerebro, este neurotransmisor interviene en el reconocimiento social
y en la formación de apegos emocionales, estimulando la confianza mutua
entre las personas. En sus aplicaciones clínicas, sus análogos se
utilizan para inducir el parto y para soporte del mismo cuando éste no
progresa normalmente.
Oxitocina en Microeconomía
Paul
Zak y sus colaboradores en Claremont Graduate University han
descubierto que laoxitocina juega un rol poderoso en la expresión de la
generosidad humana.La generosidad, por su parte, es un atributo de
índole ético y altruista que se evidencia en muchos géneros, el nuestro
incluido.
Zak llama a la oxitocina, “la molécula moral“,
ensayando que esta hormona traduce la razón por la cual el comercio
global funciona, promoviendo actividades, mecanismos y motivos
recíprocos de confianza, que consolidan las bases psicológicas de
quienes conducen las transacciones comerciales.
En
un experimento concreto, y partiendo de evidencia en mamíferos no
humanos, Zak y colaboradores trabajaron con dos grupos de personas, uno
que recibió un dosis simple de oxitocina de forma intranasal y otro al
cual se le administró una dosis de placebo, para fines de control.
El
experimento en sí se instrumentó a través de un juego con pagos
monetarios reales (del tipo teoría de juegos) para comprobar si la
ingesta de oxitocina aumentaba la confianza o no en los participantes.
El juego consistía en dos grupos de sujetos interactuando, uno como
inversor y el otro como depositario (trustee). En primer lugar, los que
actuaban como inversores tenían la opción de elegir si transferían
dinero (como máximo 12 UM -unidades monetarias-) a los trustees o no. Si
el inversor transfería, el trustee no recibía dicho monto, sino el
triple. Y cuando el trustee era informado acerca de la decisión del
inversor de transferir o no, podía decidir honrar la confianza del
inversor transfiriéndole dinero, pero si transfería, el inversor no
triplicaba, sino que recibía sólo el monto transferido por el trustee.
Adicionalmente, el trustee tenía la opción de violar la confianza del
inversor, siendo de esta forma un trustee egoísta.
El
inversor en este juego enfrenta entonces un dilema: si confía y
transfiere una parte o todo su dinero, y luego el trustee decide
transferir también una parte, incrementa su monto final disponible; pero
también existe el riesgo de que el trustee abuse de su confianza y
transfiera muy poco o nada. Es decir, el inversor encara el riesgo de
confiar y no ser correspondido, como sucede en cientos de intercambios
económicos en la realidad.
De
esta forma, el experimento trata de averiguar si los inversores del
grupo oxitocina (los que reciben la ingesta previa de oxitocina vía
nasal) incrementan sus transferencias por encima de lo que hacen los del
grupo placebo (aquellos que sólo reciben una ingesta previa de placebo
vía nasal), superando de esta forma, gracias a la oxitocina
administrada, la natural aversión al riesgo humana.
Y
el resultado confirma la hipótesis (de Zak y sus colaboradores) previa
al experimento:el grupo oxitocina de inversores termina realizando
transferencias promedio mayores, notoriamente por encima de los
inversores del grupo placebo.
Pero
la cuestión de la influencia de la oxitocina en la confianza entre
humanos tiene una arista más fina: ¿ayuda la oxitocina a superar la
aversión humana al riesgo en general y en todo tipo de situaciones, o
sólo ayuda a superarla cuando se debe decidir en un ambiente de
interacciones sociales? Para testear este último efecto, Zak y sus
colaboradores variaron levemente el experimento, y en vez de permitir la
interacción entre inversores y trustees humanos, ahora la decisión de
los trustees fue tomada a través de un mecanismo estadístico aleatorio,
totalmente impersonal. Y en esta variante del experimento, los
inversores del grupo oxitocina no difirieron de los del grupo placebo,
sugiriendo que la oxitocina específicamente afecta la confianza sólo en
interacciones personales.
Hasta
ahora se han comentado los resultados hallados para con la conducta de
los inversores. Pero cuando se analizó el caso de la conducta de los
trustees, se vio algo interesante: al contrario de lo que se hubiera
esperado, no se observaron mayores transferencias de los trustees del
grupo oxitocina con respecto a los del grupo placebo, confirmando que la
oxitocina no incrementa en forma general la inclinación a conducirse
pro-socialmente. Es decir, la oxitocina pareciera que afecta el grado de
confianza (del inversor hacia el trustee en este juego), pero no el
grado de reciprocidad (del trustee hacia el inversor), lo que también
está de acuerdo con la evidencia disponible para mamíferos no humanos.
Oxitocina en Macroeconomía
En
otro trabajo, más de índole macro o de desarrollo económico, también el
prestigioso Zak y Fakhar testearon si las bases endocrinológicas de la
confianza entre humanos individuales se pueden hacer escalables a nivel
país, especialmente teniendo en cuenta que las estadísticas sobre
confianza a nivel naciones muestran sustanciales disparidades (en
Noruega por ejemplo, un 65% de los encuestados respondió que podía
confiar en sus conciudadanos, mientras que en Perú sólo el 6% respondió
de esa manera -Argentina, está bastante más cerca de Perú que de Noruega
en dicho ranking-).
Como
tanto los estudios con animales como con seres humanos indican que el
estrógeno está altamente relacionado con los niveles de oxitocina, los
autores de este trabajo utilizan el estrógeno en su investigación como
variable proxy de la oxitocina. La hipótesis a demostrar en este estudio
es que las personas que viven en sociedades asentadas en medio
ambientes con altos niveles de oxitocina y/o estrógenos tienen mayor
probabilidad de afirmar que sus conciudadanos son confiables, es decir,
de tener más confianza en sus semejantes.
Analizando
en detalle el trabajo, se usaron 31 muestras de factores biológicos,
sociales y medio-ambientales asociados con la confianza interpersonal
para una muestra de 41 países, a través de las cuales los autores
hallaron dos clases de factores relacionados con la confianza
interpersonal (trust): el consumo de plantas basadas en estrógenos
(fitoestrógenos) y la presencia de condiciones medio-ambientales que
incluyen la presencia de moléculas del tipo estrógeno. De esta forma,
estos resultados proveen evidencias preliminares sobre que los niveles
de confianza a nivel país pueden estar relacionados con la ingesta de
hormonas neuroactivas por parte de sus habitantes.
Hay
más de 300 plantas en el mundo que han sido identificadas como
fitoestrogénicas. Por ejemplo, se encuentran fitoestrógenos en alimentos
tales como soja y derivados, centeno y derivados, arroz, porotos, carne
vacuna y te / mate, entre otros.
De
esta forma, el estudio muestra que los efectos endocrinológicos pueden
ser una nueva explicación (independiente de las causas institucionales)
para el problema de los diferenciales de confianza observados entre
países, indicadores directamente asociados con los mayores o menores
niveles de inversión y de desarrollo económico de cada país. De esta
forma, existen condiciones medio-ambientales específicas en algunos
países, que impactan en los niveles de oxitocina de sus habitantes, y
que pueden conducir a mayores niveles de confianza. Específicamente,
naciones que tienen altos ingresos per cápita, medio-ambientes limpios y
que consumen mayor cantidad de alimentos con fitoestrógenos tienen
buenas probabilidades de mostrar altos niveles de confianza generalizada
entre sus habitantes, lo que facilita las transacciones económicas en
general y los niveles de inversión en particular.
Esta
información, concluyen Zak y Fakhar, debería ser de utilidad para los
políticos, para elevar los niveles de confianza especialmente en países
en desarrollo. También las conclusiones de este trabajo dan una cierta
racionalidad hacia el mantenimiento de medio-ambientes limpios y hacia
el consumo de alimentos saludables.
Sintetizando
Siguiendo
a Paul Zak a través de ambos estudios (el micro y el macro), la
oxitocina sería la molécula de la moral. Luego de casi una década de
estudio y experimentos, los resultados de sus investigaciones lo llevan a
concluir que esta hormona es el estimulante humano de la empatía, la
generosidad y la confianza, es decir, el pegamento social que permite
crear familias, comunidades, sociedades y prósperas economías
librecambistas.
Creo
que después de todos estos estudios de Zak y sus colaboradores, los
teóricos en desarrollo económico (al menos) deberían pegarle una
miradita a estos enfoques, aunque más no sea como un relax entre tantos
modelos matemáticos que leen, cada vez más obtrusos, por cierto.
Bibliografía:
http://www.monografias.com/trabajos88/biologia-confianza-basica-oxitocina/biologia-confianza-basica-oxitocina.shtml#lahormonaa#ixzz3Tb6ja5at
http://www.dailymotion.com/video/xto6t1_confianza-moral-y-oxitocina-paul-zak-v-o-s-neuroeconomia_school (video de Paul Zak, altamente recomendado).
Zak Paul J. “Neuroeconomics”, 2004, The Royal Society
Zak y Fakhar, Neuroactive hormones and interpersonal trust: international evidence, Elsevier, año 2006.
Autor: Sebastián Laza (economista, docente y MBA, con posgrado en Neurociencias Aplicadas a las Organizaciones, y con libro sobre el tema:http://www.amazon.com/Neuroeconom%C3%ADa-racionalidad-epistemolog%C3%ADa-tradicional-neuropsicolog%C3%ADa/dp/3659089672)
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