Ir al contenido principal

Neuroeconomía y la Utilidad del Dinero

Los neuroeconomistas suelen realizar, entre otros estudios de campo, escaneos cerebrales mientras la gente (personas que se someten a estos estudios) realiza actividades donde gana o pierde dinero. Los resultados obtenidos muestran que el hecho de generar dinero (propio) activa áreas de recompensa (circuitos de preferencias en nuestro cerebro) similares a las que se activan a través del consumo en general, lo cual implicaría que el dinero confiere utilidad directa, en lugar de ser valorado sólo por lo que se puede comprar con él [1]. 

El modelo económico estándar asume que la utilidad del dinero es indirecta, ya que éste es tan sólo un medio para facilitar el intercambio de bienes y servicios, que son los que terminan brindando utilidad en forma directa. Así, la economía tradicional, neoclásica, concibe al placer por la comida, por ejemplo, y al "placer" por la obtención de dinero, como dos fenómenos totalmente diferentes. Sin embargo, la evidencia neuropsicológica sugiere que los mismos circuitos dopaminérgicos [2] de recompensa del cerebro son activados para una gran variedad de diferentes tipos de recompensas [3], incluidos los rostros atractivos [4], dibujos animados divertidos [5], los objetos culturales, los coches deportivos [6], las drogas[7], y el dinero [8] [9] [10]). O sea que, según la evidencia neuro, parecería que el dinero, al igual que los demás bienes y servicios mencionados, proporciona una recompensa directa. 
 

De esta forma, la idea de que muchos tipos de recompensa (ya sea por comprar bienes y servicios o simplemente por tener dinero en el bolsillo, aunque no se gaste) se procesan de manera similar en el cerebro, tiene implicaciones importantes para la economía, que da por sentado que la utilidad marginal de dinero depende de lo que él puede comprar. Sin embargo, hoy se hipotetiza que el dinero se convertiría en lo que los psicólogos llaman un "reforzador primario" (primary reinforcer), lo que significa que la gente valoraría el dinero sin calcular cuidadosamente lo que planean comprar con él. Dicho de otra forma, existe una muy alta posibilidad de que la valoración cerebral por dinero esté vagamente vinculada a la utilidad del consumo, como sugiere la teoría tradicional. 

En síntesis, si el ganar dinero proporciona placer directamente, la experiencia de despedirse de él será probablemente dolorosa (aversión a las pérdidas). Esta sería una de las razones por las cuales muchos consumidores solemos aceptar gustosos las compras en cuotas (financiamiento a mediano y largo plazo) para disfrazar los pagos, y de esta forma reducir nuestro dolor por desprendernos de la liquidez.



[1] Colin Camerer, George Loewenstein, y Drazen Prelec , Neuroeconomics: “How Neuroscience Can Inform Economics” Journal of Economic Literature Vol. XLIII (March 2005), pp. 9–64
[2] La dopamina es uno de los neurotransmisores más relevantes para la Neuroeconomía, ya que está directamente relacionado con el valor percibido (utilidad total y marginal) que los seres humanos otorgamos a los bienes y servicios que consumimos.
[3] Montague, P. Read and Gregory S. Berns. 2002. “Neural Economics and the Biological Substrates of Valuation.” Neuron, 36(2): 265–84.
[4] Aharon, Itzhak, Nancy Etcoff, Dan Ariely, Chris F. Chabris, Ethan O’Connor, and Hans C. Breiter. 2001.“Beautiful Faces Have Variable Reward Value: fMRI and Behavioral Evidence.” Neuron, 32(3): 537–51.
[5] Mobbs, Dean, Michael D. Greicius, Eiman Abdel- Azim, Vinod Menon, and Allan L. Reiss. 2003. “Humor Modulates the Mesolimbic Reward Centers.” Neuron.
[6] Erk, Suzanne, Manfred Spitzer, Arthur P. Wunderlich, Lars Galley, and Henrik Walter. 2002. “Cultural Objects Modulate Reward Circuitry.” Neuroreport.
[7] Schultz, Wolfram. 2002. “Getting Formal with Dopamine and Reward.” Neuron.
[8] Breiter, Hans C., I. Aharon, Daniel Kahneman, A. Dale, and Peter Shizgal. 2001. “Functional Imaging of Neural Responses to Expectancy and Experience of Monetary Gains and Losses.” Neuron,
[9] Knutson, Brian and Richard Peterson. In Press. “Neurally Reconstructing Expected Utility.” Games and Economic Behavior.
[10] Delgado, Mauricio R., Leigh E. Nystrom, C. Fissell, D. C. Noll, and Julie A. Fiez. 2000. “Tracking the Hemodynamic Responses to Reward and Punishment in the Striatum.” Journal of Neurophysiology.

Autor: Sebastián Laza (economista, MBA, posgrado en Neurociencias Cognitivas Aplicadas)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Marcadores Somáticos: Atajos para la Toma de Decisiones

La hipótesis del marcador somático, de la mano de Antonio Damasio, ha sido muy relevante al momento de comprender el papel que juega la emoción en la toma de decisiones. La idea consiste en que las consecuencias de una decisión producen en la persona una determinada reacción emocional que es subjetiva, que se puede “vivenciar”, y que a su vez es somática, es decir se traduce en reacciones musculares, neuroendócrinas o neurofisiológicas. Esta respuesta emocional a su vez se puede asociar con consecuencias, ya sean negativas o positivas, que se repiten con cierta constancia en el tiempo y que provoquen dicha respuesta. Este mecanismo de asociación es el que produce lo que Damasio llama “marcador somático” y que influye en las decisiones a tomar a futuro. De esta manera, la reacción emotiva pasada influye en la toma de decisiones futura, posibilitando la anticipación de las consecuencias y guiando el proceso de resolución final. En este sentido se afirma que los marcadores

UN MUNDO DE GENTE APURADA

¿Se han puesto a pensar por qué andamos por la vida tan apurados? Dormimos poco, comemos apurados, compramos apurados, manejamos apurados, estudiamos apurados, multitasking en la oficina, zapping permanente en tv, en la música del auto, etc. VAMOS A EXPLOTAR. Se nos pasa el año volando, los días volando, las horas… Es frenético el ritmo.  ¿Pero quién nos apura? Los economistas decimos que “la gente prefiere ir más rápido o más lento, es decir elegir más a corto o a largo plazo, en función de lo que llamamos  tasa de preferencia temporal. Y está comprobado que,  en promedio, la gente suele valorar más obtener recompensa ahora, aunque sea menor, que esperar un tiempo Y OBTENER ALGO MAYOR A FUTURO.  No queremos esperar… lo queremos todo ya.  Podés legir rendir para un 10, pero te querés sacar de encima la materia ya, estudiás menos y aprobás con un 7.  Podés elegir esperar una semana, comparar precios y modelos, y comprarte el teléfono móvil nuevo … pero no… te en

DECIDIR NO DECIDIR: EL SESGO DE OMISIÓN

La mayoría de las veces, la gente, ante el riesgo, elige no actuar, con tal de no fallar. Tememos errar por naturaleza, y más aún tememos a las consecuencias del yerro en la acción, entonces preferimos la omisión.   De esta forma, cuando nos enfrentamos a una decisión riesgosa, la forma en que nos presentan el problema es muy importante. No es lo mismo presentar un problema en el que el individuo puede experimentar cierto nivel de pérdidas si falla en su acción, a otro en el que el individuo puede sufrir el mismo nivel de pérdidas, pero en esta ocasión cuando deja de actuar. El ser humano generalmente va a preferir fallar por omisión que por acción. El ejemplo clásico es el dilema del padre que debe decidir si vacunar a los hijos ante una enfermedad mortal, pero cuya vacuna tiene efectos secundarios. De esta forma, el padre debe decider si vacuna a su hijo contra una efermedad mortal de la que el hijo puede contagiarse naturalmente con un probabilidad del 1%. Si le pone l