La teoría de juegos es un área de la matemática que estudia interacciones entre agentes económicos, en estructuras formalizadas de incentivos (los llamados juegos), con sus respectivos procesos de decisión. La idea es determinar estrategias óptimas, así como el comportamiento previsto de jugadores rivales en comportamientos estratégicos. Pero claro... una cosa son los modelos matemáticos, y otra los cerebros humanos en la realidad.
De esta forma, en interacciones estratégicas reales (no matemáticas), saber cómo actúa el cerebro social, es decir, como piensan las otras personas, y cómo las otras personas piensan que uno piensa, es crítico para proyectar la conducta de los rivales. Las Neurociencias Cognitivas muestran que en el cerebro humano hay un área especializada en “mind reading” (también llamada teoría de la mente), ubicada en la zona pre-frontal de nuestro cerebro (zona eminentemente racional), conocida como área 10 de Brodmann, la cual genera razonamientos acerca de lo que las personas que interactúan con nosotros probablemente piensen y luego hagan. De hecho, la discapacidad conocida como TEA (trastorno del espectro autista) se cree implica un déficit en esta área y circuitos relacionados. La gente con autismo a menudo tiene problemas imaginando lo que otras personas piensan y creen, y por lo tanto se ven impulsados a tener conductas anormales para el común de la gente.
Mc Cabe y otros [1] usaron neuroimágenes para medir actividad cerebral cuando diferentes personas jugaban juegos estratégicos, implicando variables tales como confianza, cooperación, premios y castigos. El estudio halló que aquellos jugadores que cooperaban mostraban una importante activación en la ya mencionada área 10 de Brodmann y en el tálamo (área emocional del cerebro, sistema límbico). Por el contrario, aquellos que cooperaron poco no mostraron activación sistemática en dichas áreas.
También es interesante la investigación de Tania Singer y otros [2], quienes reportaron un importante link entre recompensa (reward) y conducta en determinados juegos. Dichos investigadores, hicieron jugar -a los participantes de su estudio- repetidos juegos del tipo “dilema del prisionero”, donde algunos participantes –mientras eran scanneados- se enfrentaban a una serie de oponentes. En primer lugar, se informó sólo a los participantes scanneados que algunos de sus oponentes cooperarían intencionalmente mientras que otros cooperarían, pero sin intención. Posteriormente -también sólo a los scanneados- se les fueron mostrando los rostros de aquellos contra quienes habían jugado. Las caras de los cooperadores intencionales activaron la ínsula, la amígdala y áreas del estriato ventrial de los participantes, entre las principales áreas. Y desde que el estriato es un área cerebral relacionada con las recompensas, activaciones en esta región significaron que el simple hecho de ver la cara de las personas que intencionalmente cooperaron con uno es retributivo.
En síntesis, en nuestro cerebro contamos con circuitos neurales que facilitan la conexión con los demás, siendo claves en el campo del marketing, el liderazgo y la gestión de negocios en general, entre otros. La teoría de juegos y la neuroeconomía, trabajando codo a codo, nos proporcionan un marco óptimo para explorar cómo el cerebro social participa en la toma de decisiones estratégicas, probablemente dando lugar a conclusiones más realistas que los de los modelos puramente matemáticos, que parten de la base de seres humanos irreales.
Notas
[1] McCabe, K., Houser, D., Ryan, L., Smith, V. y Trouard, T. (2001) “A functional imaging study of cooperation in two person reciprocal exchange”. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America”. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas211415698.
[2] Singer, Tania, Kiebel, Stefan y otros, 2004, “Brain Responses to the Acquired Moral Status of Faces”, Neuron, 41 (4): 653-62.
Autor: Sebastián Laza (economista, MBA, posgrado en Neurociencias Cognitivas Aplicadas)
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