La gente a diario se debate entre una recompensa inferior pero inmediata, versus una recompensa mayor pero diferida. ¿Felicidad a corto o a largo plazo?
La impulsividad, o sea la preferencia temporal por la inmediatez (tan común hoy en día), hace referencia a una serie de conductas mayormente valuadas de forma subóptima, que implican recompensas (utilidad esperada) a largo plazo inferiores a lo que se podría obtener de manera más planificada y distribuida a lo largo del tiempo. Es decir, la elección intertemporal impulsiva hace referencia a la tendencia a renunciar a una recompensa mayor pero diferida, para buscar una recompensa inferior pero más inmediata.
Pero claro... las preferencias individuales por la inmediatez son subjetivas, ya que las personas, en función de sus modelos mentales, efectúan comparaciones entre distintas opciones y las valoran en función de sus gustos y preferencias. De esta forma, si no hay coacción ni rigideces tipo costos de transacción, existiría a priori un óptimo privado en la elección, aunque sea inmediata, ya que fue hecha sobre la base de parámetros subjetivos personales en plena libertad.
Sin embargo, cuando los economistas vemos más allá, y nos metemos con los óptimos sociales (no los privados), claramente advertimos que la preferencia por la recompensa inmediata no es lo ideal para el sistema como un todo, generando fallas de mercado. Quizás las preferencias por las adiciciones (drogas, tabaco, comida chatarra, alcohol, juego, etc.), con alta recompensa subjetiva a presente, pero negativa a futuro, sean los mejores ejemplos de alta preferencia por la inmediatez no óptima a largo plazo.
Estudios avanzados en Neuroeconomía, muestran que determinadas áreas de la corteza prefrontal (corteza dorsolateral prefrontal), desempeñan un importante papel en la supresión de las acciones impulsivas en una diversidad de tareas del día a día.
Buena parte del funcionamiento de nuestro cerebro decisor está orientado a tener recompensas inmediatas. En este sentido, la sed, el hambre o incluso el deseo sexual, tienen como función evolutiva impulsar a seres humanos a resolver sus necesidades de inmediato, porque éstas, al ser tan básicas, están asociadas a su supervivencia. Sin embargo, y más allá de la notable evolución de la conducta humana post revolución industrial, esta condición prehistórica de urgencia del cerebro en la recompensa (inmediatez) continúa afectando el conjunto de nuestros procesos de decisión, incluyendo, por ejemplo, muchas de las que a priori uno esperaría sean más razonadas y deliberadas, como las decisiones financieras y de consumo.
Sintetizando, el problema de fondo estaría en nuestra limitada capacidad para valorar los beneficios que tendremos en el futuro, o sea, en refinar nuestro cálculo de tasa de preferncia temporal. Buscando analizar las preferencias intertemporales, Samuel Mc Lure, David Laibson, George Loewenstein y Jonathan Cohen, usando imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), examinaron el correlato neural del descuento de tiempo mientras un grupo de personas realizaban elecciones entre opciones de recompensas monetarias que variaban en el tiempo.
¿Qué resultados obtuvieron los investigadores? Básicamente, que hay dos sistemas involucrados en tales decisiones intertemporales, el rápido (sistema 1) y el lento (sistema 2):
- vía rápida: incluye partes del sistema límbico (zona emocional del cerebro) asociadas con el sistema de la dopamina, incluyendo el cortex paralímbico, que se activa ante decisiones que involucran recompensas disponibles inmediatamente;
- vía lenta: incluye regiones del cortex prefrontal lateral y del cortex parietal posterior (zonas eminentemente racionales del cerebro), uniformemente involucradas en decisiones intertemporales independientemente del retraso en el tiempo.
Este hallazgo neuroeconómico apoya la hipótesis de que diferentes sistemas neuronales se activan ante decisiones intertemporales: la impaciencia del corto plazo, que está conducida por el sistema 1 (vía rápida, preponderantemente emocional), y la paciencia del largo plazo, sistema 2 (vía lenta y deliberativa) dominada por la corteza prefrontal dorsolateral y estructuras asociadas (las partes más racionales de nuestro cerebro), que pueden evaluar racionalmente intercambios entre recompensas abstractas, incluyendo recompensas en períodos más largos.
En resumen, pareciera que el culto por la inmediatez y la recompensa a corto plazo, tan común en nuestras épocas (llegando hasta el extremo del famoso "no sé lo que quiero, pero lo quiero ya"), podría deberse a estadíos aún no consumados de evolución cerebral de nuestra especie, lo que abre esperanzas a futuro sobre seres humanos mejores decididores, es decir, mejores evaluadores de recompensas presentes y futuras, y por lo tanto más felices a largo plazo.
En resumen, pareciera que el culto por la inmediatez y la recompensa a corto plazo, tan común en nuestras épocas (llegando hasta el extremo del famoso "no sé lo que quiero, pero lo quiero ya"), podría deberse a estadíos aún no consumados de evolución cerebral de nuestra especie, lo que abre esperanzas a futuro sobre seres humanos mejores decididores, es decir, mejores evaluadores de recompensas presentes y futuras, y por lo tanto más felices a largo plazo.
Autor: Sebastián Laza
Sebastián Laza es un economista argentino, egresado de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina), especializado en la interrelación entre Neurociencias, Psicología y Economía, con posgrados sobre el tema en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), National Research University (Rusia), y Duke University (USA).
Libro: https://www.amazon.com/NEUROECONOM%C3%8DA-DISRUPCI%C3%93N-CAMBIO-SMITH-D-KAHNEMAN/dp/198084397X/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1538250941&sr=8-1&keywords=neuroeconomia
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