En el cerebro humano, las decisiones se toman en "dos etapas”, una de VALORACIÓN (donde se comparan alternativas) y otra de DECISIÓN (que elige una alternativa sobre otras), no siendo compartimentos estancos, ya que algunas características del proceso de valoración (nuestra función de preferencias -utilidad-) serían atribuibles a procesos mecánicos intrínsicamente ligados a la etapa de decisión.
Dentro de ese contexto, un alto número de estudios muestra que determinadas zonas del estriado ventral (cerebro límbico) y de la corteza prefrontal (en especial la corteza orbitofrontal) “aprenden” y “representan” la llamada recompensa cerebral, es decir, nuestras valoraciones (preferencias), inclusive cuando el “aprendizaje” es pasivo, es decir, aún cuando la persona no se encuentre ante una acción u objeto puntual sobre el que tiene que decidir.
De esta forma, las valoraciones (preferencias) que asignamos a objetos y acciones (por ejemplo los portfolios a invertir) se “aprenderían” mediante “prueba y error”, donde las neuronas dopaminérgicas de nuestro cerebro medio (sistema de recompensa) jugarían un rol fundamental, a través del concepto del reward prediction error (la diferencia entre la recompensa esperada de un curso de acción determinado y la realmente alcanzada), error que se iría acotando cada vez más gracias al mencionado “aprendizaje”.
En síntesis, dada la incesante búsqueda de perfeccionamiento en la toma de decisiones económicas y financieras (armado de carteras empresarias, finanzas personales, etc.), el surgimiento de las Neurofinanzas son muy bienvenidas, ya que se necesitan herramientas que ayuden a entender errores, sesgos y demás "supuestas irracionalidades" habituales en la formación de las expectativas que luego determinan los precios de los activos que cotizan en bolsa.
De cualquier manera, estos experimentos en ambientes controlados, con observaciones vía neuroimágenes y demás instrumentos de análisis, tan solo ayudan a empezar a entender mejor los mecanismos cerebrales subyacentes, si bien no necesariamente a corregirlos, ya que esto último forma parte principalmente de la adaptación de nuestro cerebro a la complejización del mundo que lo rodea, y eso se va logrando de a poco, en un proceso de prueba y error permanente.
Autor: Sebastián Laza
Sebastián Laza es un economista argentino, egresado de la
Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza, Argentina), especializado en la
interrelación entre Neurociencias, Psicología y Economía, con posgrados sobre
el tema en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), National Research
University (Rusia), y Duke University (USA).
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