La inteligencia intestinal es clave para tomar buenas decisiones económicas
Durante mucho tiempo se creyó que el intelecto era la capacidad, alojada en el cerebro, de usar la razón para aprender y conocer. De ahí la importancia post revolución industrial de la razón, el método científico, lo hipotético-deductivo, y demás yerbas científicas. Pero ahora, siglo XXI, sabemos que nuestro aparato digestivo también es clave para nuestro razonamiento y nuestra conducta, pero claro... no siendo para nada nuestros intestinos calculadores y lógico-deductivos. Es el llamado segundo cerebro, o cerebro de las entrañas, y tiene una importante influencia en nuestras decisiones económicas.
El segundo cerebro está compuesto por unos 500 millones de neuronas merodeando el aparato digestivo, lo que representa cinco veces el número de neuronas que se encuentra en la médula espinal. Su principal función es regular la motilidad del intestino, pero también influir en nuestras percepciones, nuestras sensaciones, nuestro razonamiento, y por sobre todo... nuestras decisiones.
Este órgano está repleto de serotonina (el químico que regula nuestro estado de ánimo), mucho más que el cerebro de la cabeza. Aproximadamente el 80% de este neurotransmisor se produce y se encuentra en el intestino.
Por eso, muchas investigaciones hoy estudian la correlación entre la salud del intestino –que depende de las bacterias buenas– con la salud mental, pues además las bacterias interactuan con el sistema nervioso central, es decir, el del cerebro de la cabeza.
El primer cerebro
Es el más conocido (el de la cabeza), y está compuesto por neuronas y células gliales, en forma de redes, comunicadas gracias a los neurotransmisores. Las funciones neurológicas más complejas como el aprendizaje, la memoria, la toma de decisiones económicas, entre otras, dependen de la habilidad de estas células para formar fortificadas redes neuronales.
El segundo cerebro
Está formado principalmente por las neuronas de las paredes del tracto intestinal, puede operar de forma autónoma y, habitualmente, se comunica con el primer cerebro a través del sistema nervioso parasimpático (el nervio vago conecta el intestino con el cerebro de la cabeza) y el sistema simpático (los ganglios prevertebrales).
En algo que es importante, la comunicación entre ambos cerebros es completamente bidireccional: el primer cerebro influye sobre el funcionamiento del intestino, pero también las neuronas que conforman el segundo cerebro influyen en el funcionamiento del primero. Esas señales intestino-cerebrales son una poderosa influencia sobre las emociones y el comportamiento, especialmente en respuesta a estímulos y eventos preocupantes o amenazantes.
Preparar a nuestro segundo cerebro para tomar mejores decisiones económicas
A esta altura del siglo XXI, la ciencia tiene claro que las decisiones económicas, en gran medida, bienes predefinidas antes de llegar a conciencia, influidas notablemente por el sistema límbico (el centro de las emociones del primer cerebro), y los intestinos (el segundo cerebro).
Las personas ante la góndola del supermercado, los inversores en la bolsa, los políticos con la macroeconomía, y absolutamente todos los seres humanos que toman algún tipo de decisión son notablemente influidos por mecanismos inconscientes ubicados tanto en el sistema límbico como en el cerebro de los intestinos, siendo claves para lo que finalmente terminamos decidiendo con nuestros recursos escasos, ya sea dinero o tiempo.
De esta forma, es necesario estar en paz con nuestros intestinos, no mandándole señales de estrés, por lo cual los expertos recomiendan realizar meditación o yoga para reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés que afecta directamente a nuestro aparato digestivo.
Otro factor a considerar sobre la inteligencia intestinal es que el intestino es el hábitat de miles de bacterias: una forma de vida que forma en este largo órgano su propio ecosistema. Tomando eso en cuenta, es importante respetar nuestro reloj biológico (ciclo circadiano), pues si los alteramos estaremos alterando también la vida de las bacterias y su trabajo en el intestino, y, por ende, también nuestros humores y nuestras decisiones.
En ese sentido, los especialistas recomiendan comer muchos alimentos probióticos –microorganismos buenos para el organismo, como las sopas, el yogurt, determinados panes y los alimentos fermentados. Los probióticos regeneran la flora intestinal, o lo que es lo mismo, equilibran el ecosistema de bacterias en tu aparato digestivo.
De esta forma, buenos hábitos como meditar, dormir lo necesario, comer bien, generan personas más sanas, pero además más inteligentes para manejar su economía, su dinero y sus cálculos costo-beneficio.
Fuentes para ampliar
http://www.faba.org.ar/fabainforma/349/acta01.html
http://formacion-integral.com.ar/website/?p=3887
https://www.megustaleer.com/libros/pensar-con-el-estmago/MES-083040
https://lamenteesmaravillosa.com/intestino-y-cerebro-como-se-relacionan/
Autor: Sebastián Laza
Fuentes para ampliar
http://www.faba.org.ar/fabainforma/349/acta01.html
http://formacion-integral.com.ar/website/?p=3887
https://www.megustaleer.com/libros/pensar-con-el-estmago/MES-083040
https://lamenteesmaravillosa.com/intestino-y-cerebro-como-se-relacionan/
Autor: Sebastián Laza
Sebastián Laza es especialista en la interrelación entre Neurociencia Cognitiva, Economía de la Conducta y Toma de Decisiones. Es Director Ejecutivo del Programa en Neurociencias Aplicadas a la Gestión y la Economía (Universidad Nacional de Cuyo) y Coordinador del Área Neuroeconomía del Instituto Latinoamericano de Neurociencias Aplicadas (http://neurociencias.online/).
Es autor del libro: Neuroeconomía, Disrupción y Cambio": https://www.amazon.com/NEUROECONOM%C3%8DA-DISRUPCI%C3%93N-CAMBIO-SMITH-D-KAHNEMAN/dp/198084397X/ref=sr_1_1?ie=UTF8&qid=1538250941&sr=8-1&keywords=neuroeconomia
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